No es café ni huevo: el abono que es 'oro' para las plantas y el jardín

En el mundo de la jardinería casera, los ingredientes cotidianos suelen esconder propiedades sorprendentes.
Uno de ellos es el arroz, un alimento básico en millones de hogares que, al ser utilizado de forma correcta, puede convertirse en un poderoso fertilizante natural.
Olvídate del café y la cáscara de huevo por un momento: el agua de arroz (y el grano en algunos casos) es considerado un verdadero “oro líquido” para plantas de interior, huertos urbanos y jardines ornamentales.
¿Por qué el arroz es tan efectivo como abono?
El arroz contiene almidones, vitaminas del grupo B y minerales como potasio, fósforo y magnesio, esenciales para el crecimiento saludable de las plantas.
Cuando se enjuaga antes de cocinar, el agua blanca que queda arrastra estos nutrientes, y es justamente esa agua la que se puede reutilizar como abono orgánico.
El uso constante de agua de arroz ayuda a fortalecer las raíces, promueve una mejor absorción de nutrientes en la tierra y puede acelerar la floración. Es especialmente beneficiosa para plantas de hojas verdes, como helechos, pothos y lengua de suegra.
¿Cómo preparar y aplicar correctamente el abono de arroz?
Para obtener un fertilizante natural eficaz, basta con enjuagar una taza de arroz crudo en dos tazas de agua limpia.
El líquido resultante debe reposar al menos 30 minutos antes de aplicarlo. No se recomienda hervir el arroz, ya que se pierden gran parte de los nutrientes solubles.
Aplica el agua directamente en la base de las plantas una vez por semana, siempre cuidando de no excederte para evitar exceso de humedad.
También se puede pulverizar sobre las hojas, aunque con menor frecuencia.
¿Qué otras formas de usar el arroz en el jardín?
Además del agua, el arroz crudo puede utilizarse como un estimulador de microorganismos beneficiosos si se mezcla con composta o tierra.
Incluso algunas prácticas de agricultura natural usan arroz fermentado (bokashi) como base para fertilizantes más potentes.
Nunca hay que enterrar arroz cocido directamente, ya que puede fermentar de manera indeseada y atraer plagas o generar hongos. Lo ideal es siempre usarlo en formas controladas y complementarias.
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