La desconocida planta mexicana considerada la reina secreta de las golosinas
En el corazón de muchas tradiciones mexicanas y escondida en la dulzura de las alegrías, el amaranto se mantiene como una joya alimenticia ancestral.
Aunque poco reconocido a nivel mundial, este grano ha sido valorado por culturas prehispánicas y hoy resurge como un alimento de alto valor nutricional y un componente clave en la industria de las golosinas saludables.
¿Por qué se le conoce como la “reina secreta” de las golosinas?
El amaranto es el ingrediente estrella de las tradicionales “alegrías”, dulces típicos mexicanos que combinan este grano con miel, piloncillo o jarabe.
Estas golosinas, lejos de ser ultra procesadas, aportan energía, fibra y proteínas de alta calidad. Su textura crujiente y su sabor ligeramente dulce lo han convertido en un favorito de generaciones.
Además, hoy día se emplea en barras energéticas, galletas, cereales y hasta chocolates funcionales, sustituyendo ingredientes más dañinos por uno natural, nacional y nutritivo.
Propiedades nutricionales que lo hacen único
El amaranto no solo es sabroso, también es una fuente destacada de calcio, hierro, magnesio y lisina, un aminoácido esencial.
A diferencia de otros granos, no contiene gluten y es altamente digestible, por lo que es ideal para personas con intolerancias alimentarias o problemas digestivos.
Entre sus beneficios más destacados:
- Favorece el desarrollo muscular.
- Ayuda a controlar los niveles de colesterol.
- Fortalece huesos y sistema inmune.
Estos atributos lo han colocado en la mira de productores y consumidores en busca de alternativas más sanas y sostenibles.
México, cuna de diversidad genética de amaranto
Según la Secretaría de Agricultura, México aporta 14 variedades nativas de amaranto, concentradas principalmente en estados como Puebla, Tlaxcala, Oaxaca y el Estado de México.
Esta diversidad genética es clave no solo para preservar una tradición agrícola ancestral, sino también para enfrentar los desafíos del cambio climático y la inseguridad alimentaria.
El impulso al cultivo y consumo del amaranto forma parte de las políticas de soberanía alimentaria y promoción de alimentos funcionales.
Cultivado con técnicas sustentables y bajo esquemas de comercio justo, el amaranto es, sin duda, un tesoro nacional listo para conquistar nuevos paladares.
