Boxeador mexicano Pedro Antonio Rodríguez pierde la vida en combate
Pedro Antonio Rodríguez era un boxeador mexicano que además de ser boxeador, trabajaba como camillero del IMSS.
¿Quién era Pedro Antonio Rodriguez?
Apodado el “Tony”, nació en el norte del país en Durango y con 37 años, viajó a Estados Unidos la semana pasada para realizar una pelea de box pactada en el peso de supergallo ante Philip Vella, boxeador estadounidense el 5 de julio en el American Royal Palace de Phoenix.
Lamentablemente, perdió el combate tras seis asaltos.
Su debut profesional fue en 2008 en el auditorio municipal de Torreón, donde venció a Carlos Hernández. Lamentablemente, después de su debut acumuló más de 9 derrotas seguidas, algo que representaba una complejidad, aunque era descrito como una persona determinada y luego logró conseguir 5 victorias.
Su historial fue irregular con cambios constantes de entrenadores. El paso al extranjero se dio con un par de ofertas en Estados Unidos y Puerto Rico que, con una buena bolsa, lo llevaron a decidir continuar su carrera fuera de México.
La última pelea en nuestro país fue en 2019 en Durango. Después se mantuvo inactivo hasta este año, cuando regresó a los combates en Estados Unidos. Sin embargo, esto terminó mal, ya que su carrera concluyó junto con el lamentable suceso del pasado sábado.
¿De qué falleció?
Aunque todavía no existe un reporte oficial, sus familiares ya buscan la manera de que el boxeador mexicano pueda regresar a México para la última despedida con sus seres queridos. Muchos mencionan que fue dentro del ring y otros fuera.
Esto ha dejado una reflexión en el mundo del boxeo para implementar mejores protocolos de seguridad y un seguimiento médico adecuado a los peleadores. Mientras tanto, sus colegas y familiares hacen un llamado para que el mundo del boxeo tome conciencia.
Recordar que Tony era camillero del IMSS cuando no estaba boxeando. Esto es un acto común entre los boxeadores mexicanos, ya que en muchas ocasiones los pagos no son los adecuados para esta profesión.
El caso de Tony es un claro llamado a que las promotoras cuiden a sus boxeadores y su entorno.
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