El desconocido abono marino para las plantas que nadie aprovecha, pero es de fácil acceso
Cuando se piensa en abonos naturales, usualmente vienen a la mente residuos de cocina o estiércol. Sin embargo, México cuenta con una alternativa poco conocida y muy efectiva: los residuos marinos, en particular los restos de pescado.
Este tipo de abono, accesible en comunidades costeras, ha sido utilizado desde hace siglos por diversas culturas, aunque hoy en día sigue infravalorado.
Su uso responsable puede mejorar significativamente la fertilidad del suelo sin recurrir a químicos costosos.
Los residuos de la pesca, como cabezas, espinas, vísceras y escamas, contienen una alta cantidad de nitrógeno, fósforo y potasio, los tres nutrientes esenciales para el crecimiento vegetal.
Al descomponerse, también enriquecen el suelo con microorganismos benéficos.
¿Qué beneficios tiene el abono marino en el cultivo?
Los abonos marinos actúan como fertilizantes orgánicos de liberación lenta. Esto significa que los nutrientes se van incorporando al suelo gradualmente, evitando quemaduras en las raíces y reduciendo la necesidad de fertilizar con tanta frecuencia.
Además, mejoran la estructura del suelo y fortalecen la resistencia de las plantas contra plagas y enfermedades.
Otro punto a favor es su sustentabilidad: al usar residuos pesqueros, se evita su desecho inadecuado y se promueve la economía circular en comunidades costeras.
¿Cómo se prepara este tipo de abono?
El método más sencillo es la fermentación anaerobia. Se colocan los residuos de pescado en un recipiente hermético con un poco de melaza o azúcar para acelerar el proceso.
Después de varias semanas, se obtiene un concentrado líquido que puede diluirse con agua y usarse como fertilizante foliar o para riego.
También se puede enterrar directamente en el suelo, siempre que se haga en capas profundas para evitar malos olores o atraer animales.
¿Qué plantas se benefician más?
Este tipo de abono es ideal para plantas de crecimiento rápido o alta demanda nutricional, como jitomates, chiles, calabazas, hortalizas de hoja verde y árboles frutales.
También puede utilizarse en suelos empobrecidos para restaurar la vida microbiana.
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